27 octubre 2008

Guárdense de los visitantes del espacio exterior...

Imphios

Hace no mucho “descubrí” el cine de extraterrestres (y no me refiero a Alien ni Depredador) al que nunca le había prestado mucha atención y vi que, aunque siendo bastante cutre, era entretenido. Así que empecé a ver películas y aquí estoy hoy para comentar algunas de ellas. De hecho, voy a empezar por una que han tachado como la peor película de la historia, Plan 9 from outer space.

Plan 9 from outer space, de Edward D. Wood JR. (Ed Wood para los amigos), va de unos extraterrestres (que son personas normales y corrientes pero vestidos con ropa estrafalaria) afincados al lado de un cementerio y que tienen la “brillante” idea de hacer resucitar a los muertos para impedir que la humanidad destruya el universo (o.O). Un guión bastante surrealista, zombies ortopédicos, escenas sin sentido alguno y una nave que parece el salón de una casa (¿¿??) es lo que os vais a encontrar en esta joya de película. No obstante, yo os la recomiendo porque es tremendamente entretenida. Ahí queda dicho.

La cosa (el enigma de otro mundo), de John Carpenter, es para mi una de las mejores películas de terror/extraterrestres que he visto en mi vida. ¡Una jodida obra maestra! La cosa va de un extraterrestre que cayó en la Antártida y quedó congelado hace miles de años. Un grupo de científicos lo encuentra y dicho extraterrestre acaba descongelado, con lo cual empiezan las muertes. Además, el ente posee la capacidad de absorber a los seres vivos y mutar transformándose en ellos. En este punto de la película es cuando todos empiezan a desconfiar entre sí y se empieza a crear tensión, porque cualquiera podría ser el extraterrestre. La puñetera película te mantiene en tensión y suspense hasta que acaba, y tiene escenas memorables como la de la perrera o la de la cabeza arácnida… Para todo aquel que le guste el terror y/o los extraterrestres, o que no le gusten (da exactamente igual), esta es una película que no puede faltar.

La invasión de los ladrones de cuerpos, de Don Siegel, es un peliculón lo mires por donde lo mires. La trama principal de la película trata de unos extraterrestres que han logrado introducirse en un pueblo de Estados Unidos y son capaces de crear copias exactas de las personas (las cuales nacen de unas vainas) y suplantarlas. El protagonista, al ver que sus vecinos empiezan a comportarse de un modo extraño (son mansos y obedientes), se mosquea e investiga, hasta que descubre el pastel e intenta hacer algo. La película se podría decir que empieza siendo casi terror para luego pasar a la ciencia ficción. Es muy buena, pero el final no me termina de gustar, porque la chica se convierte en uno de los malos (aunque esa escena es escalofriante).

Invasores de Marte, de William Cameron Menzies, va de un platillo volante que viene de Marte y que aterriza y se entierra cerca de una casa. El niño que allí vive ve cómo desaparecen las personas donde está ese platillo (incluido su padre) y cómo vuelven con una personalidad completamente distinta. Entonces pide ayuda a un astrónomo amigo suyo para descubrir qué pasa. La película es cutre como ella sola, y los extraterrestres son de risa (sobre todo el jefe, que es una cabeza en una especie de pecera), pero la historia te engancha. Eso sí, viendo esta película te ríes más que otra cosa.


La guerra de los mundos, de Byron Haskin, es un clásico entre clásicos. Aunque cambia mucho respecto al libro en el que está basado, la historia viene a ser la misma. Unos marcianos llegan a la Tierra y con sus vehículos (que deberían ser trípodes pero que no lo son) van matando a todo el mundo disparándoles con rayos calóricos (vamos, láseres) y que acaban muriendo por la razón más absurda que puede haber: mueren por culpa de nuestras bacterias. Pero, una raza que es capaz de viajar por el espacio, ¿no es capaz de estudiar nuestra atmósfera para saber si es dañina para ellos…?
Una escena que es memorable, y que a mi y a mis amigos nos hace gracia, es cuando uno de los extraterrestres pasa por delante de una ventana con los brazos en alto y moviéndose estrambóticamente…
La película está muy entretenida, aunque habría preferido que fuese más parecida al libro (en el que todo sucede en la época victoriana y la gente aún viaja en carros).

Están Vivos, de John Carpenter, es una película muy curiosa en la que unos extraterrestres que parecen zombies o gente en carne viva (aunque a nuestros ojos son humanos normales), no intentan invadirnos por la fuerza como suele pasar en estas películas, sino a través de nuestra propia política y otros métodos como mensajes subliminales que sólo se pueden ver con unas gafas especiales (que usa la “resistencia”), para convertirnos en corderos y manipularnos a su antojo. Técnicamente no está muy para allá (los extraterrestres son un poco cutres, aunque resultones), pero de guión no anda mal.


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06 octubre 2008

El cine de Takashi Miike, segunda parte: Dead or Alive

Carlito's

Vamos con la segunda entrega sobre este peculiar director. Voy a comentar en mis siguientes artículos la trilogía DOA. ¿Ready? Go!

Título original: Dead or Alive: Hanzaisha
Género: Acción
País: Japón
Duración: 105 minutos
Año: 1999
Director: Takashi Miike
Guión: Ichiru Ryu
Intérpretes: Riki Takeuchi, Show Aikawa, Renji Ishibashi, Hitoshi Ozawa, Shingo Tsurumi, Kaoru Sugita, Dankan, Michisuke Kashiwaya, Ren Osugi, Susumu Terajima, Hua Rong Wong
Música: Kôji Endô
Fotografía: Hideo Yamamoto
Producción: Makoto Okada y Katsumi Ono

Sinopsis:
Ryuichi, un gángster chino que vive en Japón, decide hacerse con el control del barrio de Shinjuku, enfrentándose a la Yakuza y a las Tríadas chinas y dominar, de paso, el comercio de drogas con Taiwán. En la otra parte tenemos al detective Jojima, el único que parece ser capaz de interponerse en su camino. Es un hombre amargado por su trabajo y por el drama que vive en su casa, ya que su hija necesita una carísima intervención para la cual no tiene dinero. Se cruzará con Ryuichi en su camino, iniciando una lucha entre ellos que terminará en un apoteósico y surrealista duelo final.

Comentario:
Takashi Miike es un director que cosecha amores u odios. No es un director que suela provocar reacciones intermedias. Su cine suele gustar o no gustar. Y una buena manera de comprobar si eres de unos o de otros es viendo esta cinta, que es cien por cien Takashi Miike. En ella está recogida la esencia de su cine. Es más, sólo con ver el inicio de la película (soberbio), vemos claramente las señas de identidad de este personal director y lo que nos vamos a encontrar: sexo, violencia, aberraciones, un brutal sentido del humor (bastante negro), personajes extravagantes y, sobre todo, exceso. Mucho exceso. Si hay algo que caracteriza a este director es su tendencia a la hipérbole, a la exageración. Es un cine visualmente impactante pero no carente de contenidos y sin ningún tipo de complejos. Su manera de filmar es bastante transgresora, de hecho, le hace único. Ver una película de Takashi Miike es siempre toda una experiencia. Para unos buena, para otros mala, pero una experiencia al fin y al cabo.
Dead or Alive es una película que sorprende, con toda clase de escenas divertidas, exageradas y algunas barbaridades como el jefe que ahoga a una chica en su propia mierda, la gigantesca raya que se mete uno de los personajes al principio, la mamada y posterior rezume de esencia, o en la que a uno de los jefes chinos, al inicio, le meten un escopetazo que le revienta el estómago y, como ha estado hartándose de fideos, éstos salen volando hacia la cámara. Miike nos muestra, cómo no, lo más sórdido de la sociedad japonesa. Siempre impregnándolo todo de ese peculiar humor suyo.
El metraje no decae en ningún momento, y entre toda la violencia y sordidez, vamos viendo aquí y allá retazos de las vidas cotidianas de sus dos protagonistas, encarnados de forma espléndida por Riki Takeuchi y Show Aikawa (quienes repetirán en las dos siguientes entregas de la trilogía). Ambos actores realizan un trabajo excelente, pero Show Aikawa sale ganando, a mi parecer, en este duelo interpretativo. Como decía, podemos ver cómo la vida de Jojima es de todo menos feliz, está amargado y, por lo que podemos deducir, ni siquiera se acuesta con su mujer y su hija no parece apreciarle demasiado, aunque es capaz de todo por conseguir el dinero para la operación que necesita. Por su parte, Ryuichi intenta que su hermano pequeño, al que mandó a estudiar a Nueva York, consiga hacerse un hombre de provecho, sufriendo el rechazo de éste por su vida delictiva, fracasando al verse involucrado en una de las refriegas.
Todos tienen sus propios planes, y van encontrándose y enfrentándose unos y otros hasta que la violencia se desata en el asalto a una reunión entre Yakuzas y las Tríadas chinas por parte de la banda de Ryuichi, para dar paso al apocalíptico duelo final. Y es que hay que reconocer que Takashi Miike es un juguetón. Le encanta jugar con el espectador. Y nos regala un final totalmente desfasado, surrealista y exagerado. Un final que parece sacado de un anime. Un final que ha debido provocar montones de comentarios sin desperdicio. Son marca de la casa estos finales que, en realidad, no tienen sentido y que, yo creo, Miike mete para juguetear con sus espectadores. La gente siempre intenta sacarles algún sentido, pero yo no creo que lo tengan.

En fin, si Visitor Q era una cinta clave en la filmografía de Miike, su trilogía DOA lo es aún más, ya que resume en cierta manera su forma de hacer cine. De las tres yo me quedo con esta, por su historia, por su magnífico inicio y por ese surrealista final. Acción, violencia, sexo, humor negro, exceso. Eso es lo que encontrarás aquí. Degústalo.


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